La mejor prueba de haber resuelto con éxito una ceremonia es la respuesta voluntaria de las parejas tras haberlo vivido.

Me conmuevo porque sin ninguna necesidad, sucede. Nuestra relación contractual ha finalizado y ya no es necesaria ninguna comunicación. A menos, claro, que sea recriminatoria por no haber cumplido las expectativas. Pero en la mayoría de ocasiones, es de agradecimiento sincero por haberlo logrado. Cuando es así, es muy satisfactorio. Sinceramente. ¿Cómo puedo agradecer tanto cariño?

La mejor prueba de haber resuelto con éxito una ceremonia es la respuesta voluntaria de las parejas tras haberlo vivido.

No me gusta evitar la verdad, no es mi estilo. Han sido muy pocos, pero han existido casos de recriminarme no haber logrado aquello que, en sus mentes, era espectacular –pero que la realidad negó, bien por lógica, bien por un error mío de cálculo al conocerles–.

Insisto en que han sido muy pocos casos, pero suficientes como aprender muchísimo. Y crecer, a partir de ello, más todavía como profesional. Y asegurar, cada vez más y de forma más eficiente, mi forma personal y profesional de imaginar y escribir una ceremonia adecuada al gusto de cada pareja que confía en mi.

Para mi gran satisfacción, son una mayoría más que suficiente quienes han reaccionado tal y como ahora en las siguientes imágenes, con todo el respeto, compartiré. Así reaccionaron Eva y Maite, tras sentir en primera persona todo lo bello, natural y auténtico que vivieron durante su ceremonia de boda.

Reflejando su esencia, esta se escribió y luego ofició en Valencià. Tal y como ellas se expresan; tal y como ellas sienten. Y no pudo ser más sencillo y –a su vez– genuino el acto de su casamiento. Rodeadas de su entorno más íntimo. Sin nadie que acudiese al acto por mero compromiso.

Todo lo que allí se escuchó y que fue absolutamente verdad. Por eso nadie escuchó nada que no tuviese todo el peso de lo que es cierto, auténtico. También, nadie escuchó nada que resultase recargado o sobreactuado, por bello y cuidado que fuese el uso del lenguaje.

Días después, cuando sonó por la mañana la notificación en mi móvil y leí el mensaje que me habían enviado con toda su buena intención se me abrió de nuevo la sonrisa. Una vez más. Y me sentí agradecido ante tanto cariño. De nuevo, ese momento compensó tantos sinsabores. Todos aquellos que surgen cuando tanta y tanta gente a lo largo del año, ni siquiera se preocupan por interesarse acerca de mi oficio, a pesar de que van a celebrar su boda civil.

Frente a tanta vulgaridad –léase esta forma de expresarlo como una referencia cruda al pasotismo generalizado ante el hecho de ni valorar ni buscar de antemano una ceremonia bien gestionada– este tipo de gestos sinceros suponen en mi todo un oasis de bonhomía en forma de agradecimiento sincero y sentido.

A pesar de que nuestra relación contractual ya terminó, muchas veces me llegan este tipo de mensajes. Y entonces me siento tan agradecido que sólo a través de palabras sinceras como estas puedo expresarlo. Porque, ¿cómo puedo agradecer tanto cariño? Tal vez, tal y como ahora lo estoy haciendo, honestamente. Así quedará al menos reflejado para quien quiera leerlo, mientras perviva este blog en medio de la inmensidad sonora de Internet.

Leave a Reply